jueves, 5 de febrero de 2009

12) Venus, voluptuosidad impetuosa.


Petunias de suaves ondulaciones rosáceas cual sinuosas
y esponjosas carnalidades en las cálidas laderas del Monte Venus.
Jardín de Larraona.
(Foto de Jesús Díaz).
.
LLegó arrogante en olas tumultuosas de mágica algarabía,
precedida de heraldos, timbales y clarines,
cabalgando, altiva, corcel fogoso de doradas crines,
en la inmensidad etérea de la claridad del día.
.
Erguida en su imponente majestuosidad divina,
flameando sus rubios cabellos al soplo lujurioso de Eolo,
derrama suavemente su denso hechizo de fuego,
seduciendo con tórridas miradas de fulgor y lascivia.
.
Almas castas e ingenuas en urdimbre de pudor tejidas,
abandonad audaces la cruel tiranía del recato mortecino,
y en las umbrías del jardín de las delicias, gozosas hundíos,
por los efluvios de abrasadora sensualidad de Venus mecidas.
.
Estremeced las fibras de vuestro corazón dormido, en orillas encendidas,
que la voluptuosidad anegue impetuosa los campos yermos ahítos de deseos inhibidos,
que broten saltarinas las aguas vivificantes de veneros escondidos,
y se dispersen las sombras tenebrosas de la letal rutina.
.
Con fina flecha, Eros dejó mi intimidad dulcemente herida,
despertaron torrentes de pasión que en frío lecho del olvido reposaban,
lenguas ardientes de mi volcán en erupción
sobre Esther amorosamente se deslizaban
ansiando tiernamente devorarla en vorágine de conscuspicencia
bajo el peplo acogedor de Afrodita.
.
Querencia exaltada, en las brumas de la indiferencia perdida,
pues el Niño alado, caprichoso y voluble, a mi amada descuidó,
empapando mis entrañas en la dolencia más atroz.
.
¡¡Ay de mi!!, derroché mi Ser a borbotones en cascada no correspondida,
Y se fue disipando quedamente, en atardeceres de languidez y melancolía,
.
Pero pervive, ¡¡ay!!, bajo las cenizas, el rescoldo de la esperanza, Esther , amada mía.
.
Jesús Díaz, tres de Agosto de 1995.

11) Minotauro.


Larraona. Lozana vaca amescoana de carnes prietas y fibrosas nos mira expectante tras haber saciado su sed en las cristalinas aguas del río Uyarra.
(Foto de Jesús Díaz).
.
Parsifae, ninfómana insaciable y ladina, con hábil señuelo el enhiesto miembro del blanco toro cretense, regalo del dios Poseidón, a tus entrañas lujuriosas atrajiste, consumando unión bastarda que al rey Minos, tu marido, cubrió de oprobio e ignominia.
.
Y con tu sagaz añagaza al Minotauro engendraste, mitad hombre, mitad toro, cual híbrido abominable de tu lascivia, condenándolo en el intrincado laberinto, por Dédalo construido, a soledad nefasta y reclusión definitiva.
.
Doncellas atenienses, candorosas y de sonrosadas mejillas, del gineceo fuísteis arrancadas para cruel destino. Bellos efebos pletóricos de juventud y alegría, arrebatados del Agora por aciago Sino, derramásteis lágrimas de inocencia en estela efímera hacia Creta, la minoica isla. Como tierno alimento servísteis al monstruo temido y su antropofagia saciásteis durante años como pago indigno.
.
Intrépido Teseo, de tributo vergonzoso liberaste a los vástagos de tu patria querida, el hilo de Ariadna en la tupida red de encrucijadas y caminos te sirvió de guía. Aniquilaste, audaz, al monstruo devorador de retoños atenienses en eclosión de vida.
.
El triunfo embriagador en tan señalada hazaña, y los Dioses perversos ofuscaron tu mente lúcida, voluble Teseo; en las oreadas playas de la isla de Naxos abandonaste, ingrato, a Ariadna, tu amante querida y el benévolo Dionisos apiadado, y por su belleza atrapado, la acogió en su cortejo de bacantes, sumidas en vorágine de diversión y orgía.
.
Zaragoza, 9 de Junio de 1995.
.

10) Lobi, saltarina y juguetona.




Arrancada del regazo plácido de tu madre amorosa, corroida por el dolor lacerante de la separación, llegaste Lobi a nuestra casa acogedora.

Te recibimos alborozados, con muestras efusivas de calidez y ternura, para esfumar con presteza tus temores infundados.

Llorabas afligida en aullidos tristes y prolongados, derramando tu melancolía bajo la luna vigilante y los cielos estrellados.

El tiempo y nuestro cuidado diluyeron la nostalgia que tu ánimo embargaba, y el júbilo y la alegría brotaron espontáneos del hontanar fecundo de tus entrañas.

Retozabas satisfecha en la hierba fresca de la era, derrochando la pletórica vitalidad de tu raza en cabriolas, saltos y ágiles carreras.

Defendías implacable nuestra casa y nuestra huerta ante cualquier atisbo de amenaza por lejana que fuera, manifestando las reminiscencias lobunas de tus ancestros en violentos accesos de hostilidad y fiereza.

Saltarina y juguetona te acercabas a nosotros melosa, ansiando nuestras caricias y palabras afectuosas.

Jadeando con respiración anhelante, seduciendo con mirada lánguida en tus ojos brillantes, con tu lengua carnosa vertiéndose en cascada de rosa, lanzabas impaciente la patita para arañar nuestra simulada indiferencia, pues sabías, pícara zalamera, que nos desharíamos en desmostraciones cariñosas.

Liberada de la cadena impuesta, saltabas con entusiasmo en volteretas y culebrinas olisqueando insaciable los lindes de tu territorio y husmeando por la era gozosa y complacida.

Astuta y sagaz, te escabullías de la era silenciosa con miradas furtivas, y con pasitos cortos y callados te deslizabas sigilosa por aberturas escondidas.

Satisfecha de tus correrías regresabas a tu antojo con los ímpetus desfogados, arrastrando a veces corrompidos despojos de corderos y gorrinillos en los ribazos próximos tras su muerte arrojados, y con cuido y esmero los enterrabas celosamente, en los rincones más insospechados.

Y un día inesperado, las Parcas, celosas de nuestra felicidad, te llevaron consigo, supongo que a remoto Tártaro para animales preparado.


Zaragoza, 12 de abril del 1995.


9) No me importa, dulce Esther, si te enojas.


.
Hermoso "pensamiento", de oro y sangre vestido, nos mira
atento con ojo-mariposa y despliega vigilante sus antenas
parabólicas ansioso de conocer el Universo que lo ha creado.
Jardín de Larraona.
(Foto de Jesús Díaz).
.
Contemplar, extasiado, tu cuerpo esbelto en su desnudez natural,
.
Contemplarlo con mirada limpia, despojada de falsos pudores, de obscenidad y lascivia,
.
Recrearse en el deleite puro de tu belleza, en la estética afortunada de tus formas,
.
El agua cristalina de la cascada deslizándose en beso acariciador por la tersura de tu piel bronceada,
.
Los rayos de sol gozosos de reverberar en la tibieza de tu cuerpo bruñido,
.
La suave brisa del atardecer dichosa por mecer tus cabellos ondulados,
.
Y si te enojas, dulce Esther, porque contemplo cándidamente tu hermosura de diosa Diana, y muestras agravio por tu castidad por mi mirada mancillada,
.
No me importa sucumbir cual joven Acteón, por su osadía en ciervo convertido y por sus propios perros devorado.
.
No me importa soportar estoicamente el castigo de Sísifo, condenado eternamente a rodar, con esfuerzo ingente, la roca obstinada hasta la cima del monte, que de nuevo precipitadamente descenderá, si fugazmente puedo solazarme en la cumbre con la lozanía de tu figura deseada.
.
No me importa someterme a la desesperación de Tántalo atado al tronco rugoso del árbol, si veo tu rostro fascinante reflejado en las aguas huidizas al intentar colmar la sed ardiente que me abrasa, o escucho el susurro melodioso de tu voz al tratar inútilmente de alcanzar los frutos de las ramas frondosas.
.
No me importa padecer el suplicio de la rueda de Ixión, girando eternamente en inmensidad del Universo celeste, si al contemplar el fulgor de las estrellas siento el dulce estremecimiento de tu mirada encendida posándose sobre mí.
.
No me importa llenar absurdamente el pozo sin fondo de las Danaides, si al inclinarme sobre el brocal percibo el eco de tus risas alborozadas elevándose desde la profundidad infinita,
.
Que los Dioses benévolos me inflijan castigos tan ansiados y sacien eternamente mi sed de ti, Esther.
.
Zaragoza, 15 de Febrero de 1995.
.

8) Ulises, rey de Itaca, astuto y sagaz.


.
Larraona. Iglesia parroquial de San Cristóbal.
Portada sur. Capitel de la estatua columna de San Pedro.
Románico popular de finales del siglo XII.
Aunque aparentemente parece tratarse de angelotes de
amplias y desplegadas alas, el hecho de que muestren
sus cabezas decapitadas (y no el resto de figuras) sugiere
que quizás mostraban cabezas de animal y por lo tanto
representaban figuras híbridas tan características de la
mitología clásica greco-romana, reflejadas por ejemplo en la
"Odisea" de Homero (grifos, harpías, sirenas, etc.), y que
posteriormente recogió el bestiario medieval, aunque a
menudo con cambio de significado y de simbolismo.
(Foto de Jesús Díaz).
.
Ulises rey de Itaca, astuto y sagaz, con tu ingenioso caballo de hoplitas preñado, en la perdición hundiste al linaje de Príamo destruyendo la inexpugnable Ilión con sutileza letal.
.
Los aqueos te otorgaron las armas de Aquiles por tu perspicacia genial, frente al empuje ciego y demoledor del ingenuo Ayax Telamón, quien sumido en negra desesperación, con la espada bruñida su pecho abrió, derramando a borbotones su roja sangre convertida por los dioses en lozanos jacintos de hermosura sin par.
.
A tu añorada patria regresas desde las desoladas murallas de Troya ansiando abrazar a tu amada Penélope de inquebrantable fidelidad, asediada por pretendientes soberbios que a tu llegada las Parcas inexorables al Hades tenebroso arrojarán.
.
El sudario blanquísimo de Laertes finge tejer mientras Helios desparrama su luminosidad, destejiéndolo presurosa cuando Febo exhausto, refresca sus corceles sudorosos en el mar, pues a los osados intrusos desposarse prometió cuando a su espléndido lienzo diese su toque final.
.
En su tierna mocedad Telémaco, tu hermoso retoño, anegado en cólera e indignación, impotente se siente para expulsar a los impúdicos invasores del hogar.
.
Devoran arrogantes tu hacienda en banquetes opulentos y ultrajan impunes a las siervas del palacio, sumiendo a tu noble estirpe en la ignominia más afrentosa que pronto vengarás.
.
Los dioses volubles demoraron tu retorno al deseado lar.
.
Al país de los Lotófagos los vientos veleidosos de Eolo te arrastraron y muchos de tus guerreros que la pulpa melosa del Loto saborearon la vuelta a la patria, desdichados, osaron olvidar.
.
Arribásteis a la isla de los Cíclopes, vástagos amados del dios Poseidón, y al cruel Polifemo hundísteis, implacables, en su único ojo, el candente puntal para escapar raudos de su antropófaga voracidad.
.
Tras huir de los perversos Lestrigones llegásteis a las tierras de Circe, la Hechicera, que con brevajes maléficos, en piara de cerdos a tus hombres incautos transformó.
.
Y te deleitaste, gozoso, con los melodiosos cantos de las sirenas, fuertemente amarrado al mástil de la nave, tras obturar los oidos de tus remeros con blanda cera.
.
Y surcaste el Ponto vinoso sorteando hábilmente el angosto estrecho por los monstruos Escila y Caribdis flanqueado, siempre protegido por la diosa Atenea, frente al enojo de Poseidón.
.
Y en la feraz isla de Trinacia donde mansamente pacían las vacas del Sol, custodiadas por las hermosas ninfas Helíades, perdiste la cóncava nave y a todos tus hombres en tormenta bravía, por ignorar, insolentes, la orden Olímpica de no degollarlas, ni con sus carnes sabrosas el hambre saciar.
.
Y a la deriva, extenuado, sobre los restos del navío, fuiste recogido por la amorosa ninfa Calipso, quien prendada de tu gallarda bizarría, te retuvo jubilosa, mas al fin los magnánimos dioses apiadados de tu lánguida nostalgia ordenaron tu partida.
.
Y los Feacios hospitalarios te recibieron con agasajo trasladándote a las cálidas playas de tu Itaca ansiada y querida, metamorfoseado en mendigo andrajoso por la sabia Atenea.
.
Y el porquero Eumeo, desconocedor de tu identidad, derrochó contigo generosamente su hospitalidad suspirando por el regreso de su señor Odiseo que veinte años atrás a la invicta Troya con sus guerreros fue a luchar.
.
Y envuelto en harapos, en tu propia casa por los pretendientes altivos fuiste vejado, solo el perro fiel reconoció a su amado dueño husmeando cariñoso sus pies mugrientos y lacerados, y la leal nodriza Euriclea, quien palpó con sobresalto de alegría la cicatriz que te produjo el jabalí del Parnaso.
.
Y en el momento decisivo, sólo tu lograste distender el mítico arco, atravesando con la saeta los ojos de los doce segures, y todos atónitos y perplejos te reconocieron al instante y ninguno de los pretendientes evitó la lóbrega Parca, pues las flechas de tu aljaba a sus corazones prestas volaron dirigidas por la certera Atenea.
.
Y en la intimidad del lecho, esculpido sobre antiqísimo roble, todavía arraigado, los esposos añorados gozásteis dichosos los placeres de Afrodita con el alma sosegada por la dignidad de la estirpe finalmente restituida.
.
Zaragoza, 23 de Julio de 1995.
.

7) Yaces, candorosa ninfa.


.
Rosa indecisa encastillada en la fortaleza de su torreón,
temerosa de desnudarse ante las miradas codiciosas y
ávida de hacerlo para exhibir su hermosura.
Jardín de Larraona.
(Foto de Jesús Díaz).
.
Yaces candorosa ninfa en la calidez de lecho esponjoso, tu hermosísimo cuerpo olvidado en el abandono de sueño primigenio.
.
La desnudez de tus miembros reposan blandamente su tierna virginidad en tálamo acogedor que abraza enamorado las curvas de tu perfección.
.
Quiero besar con fruición la blandura sensual de las yemas de tus dedos,
.
Quiero besar ansioso la suavidad de tus tobillos delicados, la tersura de tus pantorrillas torneadas en su quietud distendida, tus muslos esbeltos ligeramente flácidos en la relajación del descanso,
.
Quiero besar dulcemente tu sexo oloroso y deleitarme hasta el desmayo con el aroma embriagador que en suaves efluvios emana de él,
.
Quiero besar con tierna voracidad tus nalgas sinuosas breves y apretadas,
.
Quiero besar ávidamente tu espalda y tu abdomen tramo a tramo, complaciéndome en la demora, hasta llegar ebrio de voluptuosidad a la redondez de tus pechos erguidos que, orgullosos, muestran su arrogancia al cielo,
.
Quiero besar amorosamente tus senos de Diosa Venus, saborear la rugosidad de su oscura aureola, succionar borracho de concupiscencia la dureza sensible de sus pezones erectos,
.
Quiero besar tus axilas calientes ocultas en bosque intrincado y gozar del amargor de sus fuentes salobres,
.
Quiero besar tu cuello de cisne frágil y estilizado, y ascender a tus labios sensuales, y acariciarlos con ternura, lamiendo sus comisuras y sus formas henchidas en fuego abrasador,
.
Que mis besos restallen gozosos en tus mejillas, en tu naricita levemente respingona, en tus párpados que velan esa mirada hechicera, en tu frente clara y despejada,
.
Y que tus brazos acariciadores entrelacen en la inconsistencia del sueño mi cuerpo tembloroso, hundiéndome en las delicias del placer,
.
Y que despiertes, Esther, y florezca en tu rostro una sonrisa de aceptación y complicidad.
.
Zaragoza, 5 de Febrero de 1995.
.

6) Romper de amaneceres.


.
Eos, Diosa de la Aurora, la del pelo de azafrán y rosados dedos,
se despereza adormilada en los valles amescoanos.
(Foto de Jesús Díaz).
.
Contemplar la naturaleza, extasiado, desde la soledad serena de la intimidad, el ánimo melancólico suavemente mecido por nostalgias de abandono en el Más Allá.
.
Romper de amaneceres en explosiones de avasalladora luminosidad, huida despavorida de las huestes fantasmales de la negra oscuridad.
.
Helios arrollador que conduces orgulloso los caballos del Sol derramando por el Orbe su fulgor, evita que Faetonte, tu hijo temerario, calcine su hermosa faz.
.
Bosques umbríos de esmeralda vestido, ¡estad al acecho!, pues rayos sedientos, de oro ataviados, el rocío de vuestros follajes insolentes beberán.
.
Montes altivos de pendientes escarpadas que os erguís arrogantes exhibiendo vuestra majestuosidad, sostened los cielos azules cual Atlantes vigorosos de fuerza descomunal.
.
Arroyos sinuosos que os deslizáis saltarines por declives escabrosos, llegad prestos al plácido regazo de la llanura y fecundad las tierras ávidas de vivificante humedad.
.
Valles frondosos de lozana vegetación, prados mullidos de florecillas esmaltados, mantened vuestra exuberancia cual Edén cautivador.
.
Que la diosa Flora derroche pródiga todo su esplendor, y copiosos frutos depare la dadivosa Démeter, cuando su amada hija Perséfone se escabulla sigilosa del reino tenebroso de Plutón.
.
Que hermosas ninfas correteen alborzadas por fuentes y manantiales de plácido rumor y lujuriosos sátiros y silenos voluptuosamente las persigan para aplacar su sed libidonosa que el Demiurgo creador les infundió.
.
Príapo, de falo enhiesto, protege los jardines amorosamente cuidados que exhalan fragancias embriagadoras y deleitan las miradas en la belleza sublime de la Creación,
.
Que Zeus magnánimo te libere de la dolorosa erección, y goce tu verga flácida en el abatimiento plancentero de la distensión.
.
Zaragoza, 27 de Mayo de 1995.

.

5) Te admiro desde el silencio.


.
Hermosa peonía color sangre en plena eclosión emergiendo
voluptuosa del exuberante ramaje verde.
Jardín de Larraona.
(Foto de Jesús Díaz).
.
Gracias Esther por existir.
.
Gracias por tu hermosura, por tu belleza natural, sin sofisticación, envidia de las altivas diosas del Olimpo.
.
Gracias por tu vitalidad, por ese optimismo contagioso que derrochas en tus miradas.
.
Gracias por esa sonrisa maravillosa que derramas sin medida.
Gracias por la felicidad que emana de todo tu Ser.
.
Ni la espléndida Venus, ni la casta Diana, ni la inteligente Palas Atenea saciarían mi apetencia, sin embargo una mirada fugaz tuya sería suficiente para serenar mi espíritu atormentado.
.
Mi alma desgarrada por la soledad se sosiega con tu mera presencia y tu sonrisa ilumina mi intimidad hasta los pliegues más recónditos.
.
Te admiro desde el silencio, desde el anonimato, de forma callada; mi insignificancia te sitúa en pedestal inaccesible, en peana de diosa inmortal.
.
Si fuera más hermoso, si la Naturaleza y los dioses hubiesen sido más generosos y me hubieran concedido más inteligencia, más osadía, arrojaría mi inhibición por el sumidero de las tristezas y no dudaría ni un instante en acercarme a ti cálidamente.
.
Sin embargo mis temores me imponen, de forma inexorable, amarte desde la distancia, desde la amargura de la imposibilidad.
.
¿La posesión mata lo que la esperanza crea?. Si es así quizás sea más afortunado disfrutando con avidez del amor platónico que te profeso, con la certeza de que mis fantasías no defraudarán a mi deseo.
.
Pero a pesar de todo, que tu mirada tierna y profunda siga posándose, aunque sea de forma efímera, sobre mi. De lo contrario es preferible sucumbir y difuminarse en la Nada.
.
Zaragoza, 6 de diciembre de 1994.
.

4) Vagabundo silencioso.


.
Larraona. Peña "El Descansadero", situada en el puerto
de acceso de Larraona a las Sierras de "Limitaciones" y de
"Urbasa".
Cobijos naturales similares a éste eran utilizados por
vagabundos en épocas pasadas, frente a las inclemencias
del tiempo y la indiferencia humana.
(Foto de Jesús Díaz).
.
Vagabundo silencioso que con paso cansino recorres la almadea en tórrido día.
.
Pelo ensortijado color ceniza, barba desaliñada, ropa andrajosa y deslucida.
.
Manos mugrientas acostumbradas a escarbar en la sordidez y la inmundicia.
.
Mirada melancólica alimentada en desengaños y desesperanzas que se arrastra derrotada por senderos de ilusiones desvanecidas.
.
Cadencia pausada de existencia anodina que al ritmo sosegado del cosmos extraña el agobio y la angustia de la urbe enloquecida.
.
Sumido en indigencia humillante e indigna, te resignas con estoicismo ante suerte tan adversa y reprochas con tu presencia nuestra indiferencia maldita.
.
Abrumado por soledad sombría rumias, taciturno, tus obsesiones enfermizas, alternando tu lucidez con destellos esporádicos de locura temida.
.
Soliloquias enardecido en los atardeceres estivales del caluroso estío, agitando los fantasmas dormidos de tu exaltada fantasía.
.
La madre Naturaleza te acoge, generosa, en precarios cobijos y tu, agradecido, la mimas amorosamente, con delicadeza y regocijo.
.
Sudoroso y fatigado, te derrumbas extenuado a la sombra refrescante de los olmos del río, quien sabe si anhelando diluirte en sueño definitivo.
.
Zaragoza, 5 de abril de 1995.
.

3) Oleadas de aire glacial.


Azucena del jardín de Larraona en todo su esplendor.
Sus bellos estambres de oro dormitan en lecho de nieve.
(Foto de Jesús Díaz).
.
Oleadas de aire glacial barriendo inmisericordes las calles de la ciudad, frío gélido en mañana invernal,
.
Esther, dulce Esther,
.
deseo cobijar en la calidez de mi pecho tus manos ateridas y lívidas, que horas ha soportan, en su trémula desnudez, la intemperie desapacible.
.
quiero envolver en hálito templado tus dedos de rosa, finos y delicados.
.
Abrázame tiernamente y róbame sin escrúpulos, cual Prometeo audaz, las llamas de mi hoguera para calentar tu Ser.
.
Permíteme a cambio, Esther,
.
solazar mi espíritu en las plácidas aguas de tu mirada y en la ternura de tu sonrisa.
.
regodearme silenciosamente contemplando la tenue palidez de tus mejillas,
.
deleitar mi turbado corazón gozando con fruición de tu hermosura y de tu figura, grácil y retozona.
.
Tu felicidad es mi felicidad, dulce Esther; sin ti, la Nada, el Abismo insondable.
.
Zaragoza, 7 de Enero de 1995.
.

2) Monotonía diaria y esperanza amorosa.


.
Larraona. Flor violácea de "Catustarralde",
irguiéndose ansiosa por gozar de las caricias
del sol.
(Foto de Jesús Díaz).

Monotonía diaria, rutina devastadora del impulso vital, páramo desolado, erial inmenso, sin esperanza de fertilidad, discurrir diario infecundo, gris, inerte, moribundo.
.
Soledad, fiel y cálida compañera, me arrastras a la melancoía, a la dulce languidez crepuscular.
.
Quiero desvanecerme, disolverme en las corrientes cósmicas; quiero que se derrita mi yo altanero, mi ego arrogante; quiero fluir en el Universo, apaciblemente, desintegrado, sin autoconciencia, desparramado en el Todo.
.
Caminos errados, decisiones vitales equivocadas, aislamiento desgarrador, desasosiego anímico, letal, pesimismo existencial, y sin embargo.....
.
Esos ojos profundos, negros cual azabache, esa mirada que taladra, esa sonrisa que levemente dibujan tus labios sensuales; tu pelo castaño ondulado, que desciende ávido hasta tu pecho palpipante y oculta juguetón tus miradas furtivas, anhelantes; esas mejillas pálidas, trémulas,
.
Esther, dulce Esther, mi asidero existencial en oscuridad tormentosa,
.
¿Cuándo, díme, amanecerá en la noche oscura de mi alma?, como dijo el poeta.
.
Zaragoza, 7 de Noviembre de 1994.


.

1) Hoy te he visto hermosa.



Larraona. Primoroso tulipán del jardín de Felisa
apesadumbrado y ruborizado por su exceso de belleza.
(Foto de Jesús Díaz).
.

Hoy te he visto hermosa, con tu traje azul ceñido marcando generosamente tu cuerpo afortunado, encendiendo levemente mi líbido adormecida, inundando mi corazón de altruismo y bondad, calidez y ternura.
.
Tu mirada de fuego se ha cruzado furtivamente con la mía y en ese instante efímero me he sentido en el Paraíso, rodeado de hermosas vírgenes huríes, todas con tu silueta y tu rostro, agasajándome solícitas y melosas entre lirios y azucenas, jacintos y jazmines.
.
Has pasado ligera junto a mi y he aspirado ansioso la estela fragante tras de ti; con fruición he absorbido los suaves efluvios que emanaban de tu ser cautivador.
.
Has esbozado una tenue sonrisa iluminándose toda tu faz, provocando una convulsión de felicidad en las aguas tumultuosas de mi océano interior. Tal ha sido mi estremecimiento que, tu, hermosa percantándote has reído sin pudor, sin disimulo, sabiéndote admirada, y he creído advertir un guiño de complicidad en tus ojos maliciosos.
.
Has seguido saltarina tu camino, cimbreando tu talle, y sin poder reprimirte has mirado hacia atrás para contemplar satisfecha los efectos de tu seducción, sabiéndote poderosa con tu capacidad de embrujo.
.
Esther, bella hechicera, apiádate de este desdichado amante y sumérgele en las delicias del amor. Hazle gozar de la voluptuosidad de Eros.
.
Que el Dios alado extraiga de su aljaba sendas flechas de oro, de punta afilada, y las clave dulcemente en nuestros corazones rebosantes de vitalidad y que las flechas del desdén de punta roma de plomo queden perdidas y olvidadas en lo profundo del carcaj.
.
Diosa Venus, senos propicia; quiero su presencia, quiero sentir su hálito cálido, su mirada melancólica deslizándose tiernamente sobre mi.
.
¡ Ay, que lejos queda la abrupta realidad de mis platónicos deseos! Mis ensueños se desvanecen cual leves brumas al amanecer.
.
No obstante gracias por existir, Esther.
.
(Zaragoza, 31 de Diciembre de 1994).