jueves, 5 de febrero de 2009

11) Minotauro.


Larraona. Lozana vaca amescoana de carnes prietas y fibrosas nos mira expectante tras haber saciado su sed en las cristalinas aguas del río Uyarra.
(Foto de Jesús Díaz).
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Parsifae, ninfómana insaciable y ladina, con hábil señuelo el enhiesto miembro del blanco toro cretense, regalo del dios Poseidón, a tus entrañas lujuriosas atrajiste, consumando unión bastarda que al rey Minos, tu marido, cubrió de oprobio e ignominia.
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Y con tu sagaz añagaza al Minotauro engendraste, mitad hombre, mitad toro, cual híbrido abominable de tu lascivia, condenándolo en el intrincado laberinto, por Dédalo construido, a soledad nefasta y reclusión definitiva.
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Doncellas atenienses, candorosas y de sonrosadas mejillas, del gineceo fuísteis arrancadas para cruel destino. Bellos efebos pletóricos de juventud y alegría, arrebatados del Agora por aciago Sino, derramásteis lágrimas de inocencia en estela efímera hacia Creta, la minoica isla. Como tierno alimento servísteis al monstruo temido y su antropofagia saciásteis durante años como pago indigno.
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Intrépido Teseo, de tributo vergonzoso liberaste a los vástagos de tu patria querida, el hilo de Ariadna en la tupida red de encrucijadas y caminos te sirvió de guía. Aniquilaste, audaz, al monstruo devorador de retoños atenienses en eclosión de vida.
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El triunfo embriagador en tan señalada hazaña, y los Dioses perversos ofuscaron tu mente lúcida, voluble Teseo; en las oreadas playas de la isla de Naxos abandonaste, ingrato, a Ariadna, tu amante querida y el benévolo Dionisos apiadado, y por su belleza atrapado, la acogió en su cortejo de bacantes, sumidas en vorágine de diversión y orgía.
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Zaragoza, 9 de Junio de 1995.
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