jueves, 5 de febrero de 2009

2) Monotonía diaria y esperanza amorosa.


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Larraona. Flor violácea de "Catustarralde",
irguiéndose ansiosa por gozar de las caricias
del sol.
(Foto de Jesús Díaz).

Monotonía diaria, rutina devastadora del impulso vital, páramo desolado, erial inmenso, sin esperanza de fertilidad, discurrir diario infecundo, gris, inerte, moribundo.
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Soledad, fiel y cálida compañera, me arrastras a la melancoía, a la dulce languidez crepuscular.
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Quiero desvanecerme, disolverme en las corrientes cósmicas; quiero que se derrita mi yo altanero, mi ego arrogante; quiero fluir en el Universo, apaciblemente, desintegrado, sin autoconciencia, desparramado en el Todo.
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Caminos errados, decisiones vitales equivocadas, aislamiento desgarrador, desasosiego anímico, letal, pesimismo existencial, y sin embargo.....
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Esos ojos profundos, negros cual azabache, esa mirada que taladra, esa sonrisa que levemente dibujan tus labios sensuales; tu pelo castaño ondulado, que desciende ávido hasta tu pecho palpipante y oculta juguetón tus miradas furtivas, anhelantes; esas mejillas pálidas, trémulas,
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Esther, dulce Esther, mi asidero existencial en oscuridad tormentosa,
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¿Cuándo, díme, amanecerá en la noche oscura de mi alma?, como dijo el poeta.
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Zaragoza, 7 de Noviembre de 1994.


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