jueves, 5 de febrero de 2009

10) Lobi, saltarina y juguetona.




Arrancada del regazo plácido de tu madre amorosa, corroida por el dolor lacerante de la separación, llegaste Lobi a nuestra casa acogedora.

Te recibimos alborozados, con muestras efusivas de calidez y ternura, para esfumar con presteza tus temores infundados.

Llorabas afligida en aullidos tristes y prolongados, derramando tu melancolía bajo la luna vigilante y los cielos estrellados.

El tiempo y nuestro cuidado diluyeron la nostalgia que tu ánimo embargaba, y el júbilo y la alegría brotaron espontáneos del hontanar fecundo de tus entrañas.

Retozabas satisfecha en la hierba fresca de la era, derrochando la pletórica vitalidad de tu raza en cabriolas, saltos y ágiles carreras.

Defendías implacable nuestra casa y nuestra huerta ante cualquier atisbo de amenaza por lejana que fuera, manifestando las reminiscencias lobunas de tus ancestros en violentos accesos de hostilidad y fiereza.

Saltarina y juguetona te acercabas a nosotros melosa, ansiando nuestras caricias y palabras afectuosas.

Jadeando con respiración anhelante, seduciendo con mirada lánguida en tus ojos brillantes, con tu lengua carnosa vertiéndose en cascada de rosa, lanzabas impaciente la patita para arañar nuestra simulada indiferencia, pues sabías, pícara zalamera, que nos desharíamos en desmostraciones cariñosas.

Liberada de la cadena impuesta, saltabas con entusiasmo en volteretas y culebrinas olisqueando insaciable los lindes de tu territorio y husmeando por la era gozosa y complacida.

Astuta y sagaz, te escabullías de la era silenciosa con miradas furtivas, y con pasitos cortos y callados te deslizabas sigilosa por aberturas escondidas.

Satisfecha de tus correrías regresabas a tu antojo con los ímpetus desfogados, arrastrando a veces corrompidos despojos de corderos y gorrinillos en los ribazos próximos tras su muerte arrojados, y con cuido y esmero los enterrabas celosamente, en los rincones más insospechados.

Y un día inesperado, las Parcas, celosas de nuestra felicidad, te llevaron consigo, supongo que a remoto Tártaro para animales preparado.


Zaragoza, 12 de abril del 1995.


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